Una página de mi diario.

Todavía no me lo creo. No puedo llegar a asimilar que mi Efesé vaya a codearse con los mejores. Yo, que siempre lo he visto en Tercera y en Segunda B, que vi como el Tortosa caía 8-0 en el infierno cartagenero o presencié como el Córdoba o el Vecindario ascendían a nuestra costa. En El Collao las cosas fueron (tenían que ser) diferentes. La afición desplazada animó como nunca a los suyos y estuvo en todo momento dando el callo en tierras alcoyanas. Sufrí mucho, como todos, durante los 95 minutos que decretó el trencilla, y he de confesar que el segundo gol no lo ví, ya que la gente se agolpó en la valla del Gol A del Collao, pero sólo al ver las caras de alegría supe en décimas de segundo que éramos equipo de segunda y lo celebré como el que más. Cuando terminó el encuentro saltamos al campo a buscar a nuestros héroes. Puedo decir con tremendo orgullo que fui uno de los que mantearon a nuestro Gran Capitán Mariano Sánchez y se abrazó a jugadores como Falcón, Héctor o Nano como si me fuera la vida en ello. Corrí como una gacela buscando a mis amigos para vivir este sueño con ellos. Y allí estaban todos, saltando, gritando y abrazándose. Pero hubo uno que me tocó el corazón. Mi gran amigo Messalha lloraba como un crío pequeño y entre sollozos me dijo ¡Esto es muy grande Domingo!, ¡Lo hemos conseguido!.Entonces entendí su decisión de dejar de ir al campo. Aunque esté o no de acuerdo con las razones que le llevaron a desaparecer del Estadio durante algo menos de un año, si yo pensara lo mismo y quisiera tanto al club como él, seguramente también lo habría hecho. Después seguí con la fiesta, de vuelta a Cartagena obligamos al chofer a quitar la película y que nos pusiera el Larguero para escuchar y creernos la gesta del Fútbol Club Cartagena. Cuando llegamos a Cartagena, y bajo la intimidación de alguno de mis compañeros de sufrimientos, accedí a bañarme en el Submarino Peral para festejar el ascenso. Pero todavía no me lo creo.